Con una inversión cercana a los 25 millones de pesos, y gracias a la adjudicación de un proyecto FONDART del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, el Centro de Humedales Río Cruces de la Universidad Austral de Chile, habilitará en un sector de sus dependencias un jardín abierto a la comunidad especialmente dedicado a plantar, conocer y aprender sobre plantas con usos tradicionales para la construcción, la alimentación y la sanación, entre otros.

Junto con la restauración de la casona de interés patrimonial y la implementación de un centro de interpretación ambiental en su subsuelo, el Centro de Humedales Río Cruces de la UACh tiene contemplado un ambicioso plan de habilitación una reserva natural en sus 6 hectáreas colindantes al humedal del río Cau Cau. Junto a un muelle y a una ciclovía, un sector será habilitado como un jardín etnobotánico único en el sur del país.

Ignacio Rodríguez, director ejecutivo del CEHUM, destacó que este proyecto sigue un principio eje para la institución. “Tenemos que entender la naturaleza desde distintas miradas y una de ellas es el conocer cómo las culturas -no solo las originarias, sino que en este caso también de los primeros colonos- utilizaron la flora nativa para sanarse, alimentarse, para construir y para crear productos de artesanía, por lo que este proyecto no solo forma parte del plan maestro de hermoseamiento de la casa, sino que nos permite generar una articulación entre el conocimiento tradicional y el científico que fortalezca a las comunidades frente a la conservación de su cultura y de su territorio”, sostuvo.

Este proyecto FONDART utilizará un sector del predio del CEHUM. Claudia Salinas, ecóloga paisajista -quien en conjunto con Carolina Masoli son las encargadas de ejecutar la iniciativa-, indicó que el espacio a intervenir utiliza parte de construcciones ya existentes originalmente (bebedero de animales, silo y torre de agua). “Este sector era originalmente el jardín trasero, que eran donde cultivaban frutales y otras plantas. Quisimos entonces rescatar esos usos tradicionales y culturales de los primeros habitantes de esta casa y diseñar un espacio donde aprender y conocer la inmensa variedad de plantas autóctonas que tiene el sur de nuestro país”.

Una de las características más llamativas del proyecto es que está diseñado de tal forma que desde el mirador de la torre de agua se puede observar la trama del paisaje rural valdiviano, “donde existen cursos de agua de líneas orgánicas que conforman campos de potreros, construidos por las personas para cultivar, con líneas regulares y texturas homogéneas, donde se irán separando las diferentes áreas del jardín”, indicó Claudia Salinas.

La especialista dijo además que se habilitará “una exhibición permanente de carácter recreativo, interpretativo y de educación ambiental, con el objetivo de generar cambios actitudinales y conductuales tanto en las comunidades del territorio del bosque valdiviano, como en la sociedad en general, rescatando siempre la arquitectura del paisaje.”

La habilitación y plantación contempla actividades interactivas con comunidades escolares y del sector para que sean parte de la co-construcción de este espacio interactivo que tendrá paneles explicativos y senderos para guiar la visita.

Finalmente, Claudia Salinas explicó que el diseño contempla la separación de las plantas de acuerdo a los usos que tradicional o culturalmente se le otorga. De este modo habrá un sector para plantas que proveen material de construcción y otras herramientas como calafate, chaura, coirón, coligue o quila; para plantas alimenticias tales como amancay, chupalla, copihue, murta, nalca o zarzaparrilla; para plantas que proveen material para artesanía como chupón, calle-calle, junquillo, michay, voqui o matico; para plantas mágicas y ceremoniales como natri, palo negro, chaquihue, chilco o quil quil; y para plantas o árboles que actúan como corredores tales como arrayán, chaquihue, pelú, cola de zorro, ampe o boldo.

 

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